Construcción en altura | |||
Una alternativa de crecimiento urbano |
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Por Carlos Parra F. |
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El explosivo
crecimiento de las grandes ciudades implica que los ambientes naturales
pierdan terreno. En este sentido, la construcción de rascacielos
aparece como una forma apropiada de continuar con el desarrollo urbano.
Asimismo, las denominadas "ciudades verticales" -que agrupan
diversidad de servicios, así como vivienda y trabajo para sus habitantes-
permiten aunar en una construcción la actividad de toda una urbe
radial, acortando distancias y aumentando el confort de los ciudadanos.
Los centros
poblacionales se expanden y ocupan territorios fértiles, contribuyendo
con el deterioro de la flora y fauna de los ambientes naturales. Existen
ejemplos de este tipo cerca, como el humedal Los Batros de San Pedro de
la Paz, donde frecuentemente los vecinos denuncian la presencia de camiones
botando escombros, o la irrupción de nuevas zonas urbanas que quitan
espacio al ecosistema del lugar. Por ello, es interesante considerar que
los edificios de gran altura concentran la densidad poblacional y, por
tanto, contribuyen en disminuir la expansión radial de las urbes,
pero sin frenar su crecimiento. Esto también beneficia a los ciudadanos,
pues con ello se gana espacio destinado al esparcimiento, cultivo y producción
de alimentos. Las modernas
técnicas de construcción permiten realizar grandes obras
verticales, existen ejemplos de este tipo en numerosas ciudades norteamericanas
y asiáticas. No obstante, edificios de esta índole ya no
son elementos privativos de países ricos, sino también,
economías menos desarrolladas como la nuestra ya comenzaron a ver
como la fisonomía de sus ciudades cambia con la irrupción
de edificios de gran altura. Es el caso
de Santiago, donde ya comenzó a levantarse el complejo hotelero,
comercial y de oficinas Costanera Center, que involucra la construcción
de la torre más alta de Sudamérica de 250 metros de altura
y 57 pisos. Además, se proyecta edificar por lo menos otros dos
edificios de más de 50 pisos antes que termine la década.
Eso sí, en lo que respecta a Concepción, aún tendremos
que esperar para que esta tendencia de crecimiento urbano se imponga,
pues aparentemente persiste en este ámbito un centralismo y concentración
de la riqueza. No obstante,
no cabe duda de que se trata de nuevos tiempos en materia de construcción
y de nuevos desafíos para los profesionales de la construcción
chilenos. Sin duda, el crecimiento de las urbes del futuro tendrá
que ir en dirección vertical y ya no más hacia el horizonte.
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